Atreverse a la compasión, atreverse a la caridad: una espiritualidad vicenciana frente a los desafíos del mundo digital

En un mundo dominado por las redes sociales y la búsqueda de aprobación, la espiritualidad vicenciana ofrece una respuesta auténtica: una identidad arraigada en el servicio y la compasión. Este artículo explora cómo vivir el carisma de San Vicente de Paúl en el contexto digital, transformando la presencia en línea en una oportunidad de misión y testimonio concreto.

Introducción: una identidad en busca de sentido

El mundo digital está transformando profundamente nuestra forma de ser y de percibirnos. Lytta Basset, en su libro Je selfie, donc je suis, analiza cómo la sociedad contemporánea se caracteriza por una búsqueda incesante de identidad a través de la imagen que proyectamos. En la era del selfie, existimos en la mirada de los demás, dependemos de su aprobación.

Frente a esta realidad, la espiritualidad vicenciana ofrece una respuesta liberadora: una identidad que no se basa en la imagen que transmitimos, sino en la donación de uno mismo en el encuentro con el otro y con Dios. San Vicente de Paúl nos recuerda que la verdadera grandeza no se encuentra en la puesta en escena de uno mismo, sino en el servicio humilde y gratuito.

¿Cómo podemos entonces encarnar esta espiritualidad en un mundo dominado por las apariencias y las redes sociales?

La construcción de la identidad: de la ilusión a la verdad

En su libro, Lytta Basset critica una sociedad en la que la identidad se construye a través de la imagen proyectada. Las redes sociales, los selfis y los filtros nos dan la ilusión de controlar nuestra existencia, pero en realidad nos atrapan en una dependencia de la mirada externa.

En esta frágil búsqueda de identidad, la espiritualidad vicenciana propone una respuesta radicalmente diferente:

  • En lugar de construirse a través de la imagen, el discípulo de Vicente se recibe de Dios y de los demás.
  • En lugar de buscar el reconocimiento virtual, el cristiano está llamado a una identidad basada en la relación real y en el servicio concreto.
  • Lejos de la ilusión narcisista, la caridad nos hace auténticos, porque nos empuja a salir de nosotros mismos.

Desafío vicenciano: ¿Cómo ayudar a los jóvenes a no dejarse definir por su imagen virtual, sino por su compromiso real en el servicio a los demás?

La kenosis: vaciarse de sí mismo para existir plenamente

Uno de los conceptos clave de la espiritualidad cristiana es la kenosis (Filipenses 2,7): «Se despojó de sí mismo». Jesús no se construyó en la gloria aparente, sino en la humillación y la entrega.

San Vicente de Paúl encarnó esta kenosis con una actitud profunda: no buscar existir para sí mismo, sino en el servicio a los más pobres.

En un mundo digital en el que se busca constantemente existir a través de la imagen y la puesta en escena de uno mismo, la espiritualidad vicenciana nos recuerda que la verdadera plenitud no se encuentra en aparecer, sino en entregarse:

  • Despojarse de la obsesión por la imagen para llenarse de la amor de
  • Desprenderse de la necesidad de reconocimiento externo para arraigar la propia identidad en una relación interior con Dios y con los demás.
  • Sustituir la exhibición de uno mismo por la discreción del servicio, siguiendo el ejemplo de Vicente y Luisa de Marillac.

Lytta Basset advierte contra la alienación digital: al querer ser vistos a toda costa, terminamos perdiendo nuestra interioridad. El desafío, por lo tanto, es encontrar un equilibrio entre la presencia digital y la vida interior, la misión y la contemplación.

El reto vicenciano: ¿Cómo ayudar a los creyentes a practicar una «kenosis digital», a estar presentes sin tratar de imponerse, a dar testimonio sin exhibirse?

La compasión: una identidad orientada hacia el otro

Lytta Basset subraya que nuestra época se caracteriza por una crisis de compasión: cuanto más conectados estamos, menos estamos realmente en relación.

San Vicente, en cambio, hizo de la compasión afectiva y efectiva el corazón de su compromiso:

  • Una compasión afectiva, que consiste en dejarse tocar por el sufrimiento de los
  • Una compasión efectiva, que se traduce en acciones concretas de servicio y justicia.

En el mundo digital, esta compasión se sustituye a menudo por una falsa solidaridad:

  • Un «me gusta» o un «compartir» sustituyen a un verdadero
  • Se expresan opiniones sin hacer nunca nada

Desafío vicenciano: ¿Cómo redescubrir una compasión encarnada, que supere la simple emoción y se traduzca en acciones?

Actuar en el mundo virtual: Vicencianos 2.0

Lo digital no es negativo en sí mismo, puede ser un poderoso instrumento de evangelización y servicio. Los vicencianos de hoy están llamados a ser testigos activos en las redes sociales, pero con una lógica de misión y no de autopromoción:

  • Utilizar las herramientas digitales para sensibilizar y educar en la caridad.
  • Crear espacios de diálogo y acompañamiento.
  • Llevar un mensaje de esperanza a quienes sufren de soledad y

Pero esto también implica una ascesis:

  • Alejarse de la tentación de ser influyentes para permanecer fieles a la
  • Mantener un equilibrio entre la presencia digital y el silencio interior.

Una espiritualidad vicenciana para el mundo digital

Ante los desafíos de lo digital, la espiritualidad vicenciana está más vigente que nunca:

  • Nos libera de la obsesión por la imagen, arraigándonos en una identidad recibida de Dios.
  • Nos enseña a vaciarnos de nosotros mismos, en lugar de tratar de existir a través de la mirada de los demás.
  • Nos empuja a un compasión encarnada, que no se limita a las palabras, sino que se traduce en acciones concretas.
  • Nos ayuda a ver lo digital como un lugar de misión, pero con una actitud de servicio y no de autopromoción.

En un mundo en el que las pantallas separan tanto como conectan, los vicencianos están llamados a recrear vínculos, a dar un rostro concreto a la caridad y a atreverse a amar afectiva y efectivamente, también en el mundo digital.

Conclusión: testigos del amor en lo virtual y en lo real

En la era del «Je selfie, donc je suis», San Vicente nos recuerda que nuestra verdadera identidad no se construye en la imagen, sino en el don.

Atreverse a la compasión, atreverse al amor, atreverse a vaciarse de sí mismo, atreverse a contemplar y servir en el mundo digital: estos son los desafíos de la espiritualidad vicenciana hoy.

Que el Espíritu nos dé el valor de ser testigos auténticos, presentes pero discretos, audaces pero humildes, para que Cristo sea visible a través de nosotros, incluso en las pantallas.

P. Michel IBRAHIM, c.m.
(Provincia de Oriente)

spiritualità vincenziana - osare la compassione

Comentar

Artículos relacionados