Queridos hermanos y cohermanos en el episcopado,
Sólo unas palabras de introducción a esta conferencia, pronunciada con ocasión del 400 aniversario de la fundación de la Congregación de la Misión por el gran San Vicente de Paúl.
En primer lugar, permítanme decirles que me complace y me honra, pero también me impresiona mucho, dirigirme a ustedes aquí y hoy sobre un tema como éste.
En segundo lugar, deben saber que, como decía el Padre de Lubac, les ofreceré una «meditación» teológica. En otras palabras, les hablaré desde mi convicción cristiana, que es la siguiente: la Iglesia está invitada a entenderse a sí misma y a organizarse, a comportarse y a vivirse a sí misma, como «Pueblo de creyentes que ha respondido a la llamada que Dios le ha hecho por y en Jesucristo para testimoniar juntos al mundo que la salvación está abierta a él».
Por último, deben saber que mi intervención se dividirá en las cuatro etapas siguientes:
Mons. Joseph Doré, CM