La misión de la cm al inicio de su quinto siglo – Conferencia del p. Corpus Juan Delgado Rubio, cm

En vísperas del quinto siglo de la Congregación de la Misión, el P. Juan Delgado Rubio CM reflexiona sobre el carisma vicenciano hoy. Un análisis profundo entre misión, sinodalidad y servicio a los pobres. Una contribución esencial para la Familia Vicenciana en el Jubileo 2025.

Cuatro siglos después del establecimiento de la Congregación de la Misión, no cabe duda de que el carisma de san Vicente de Paúl sigue enriqueciendo a la Iglesia a través de los variados apostolados y buenas obras de toda la familia vicenciana. Es mi esperanza que las celebraciones de este centenario resalten la importancia del espíritu de san Vicente, que es el del servicio a Cristo en los pobres, para la renovación de la Iglesia de nuestro tiempo en el discipulado misionero y la cercanía a los necesitados y abandonados en las muchas periferias de nuestro mundo y en los márgenes de una cultura superficial y de descarte[1].

Estas palabras del Papa Francisco, dirigidas al P. Tomaž Mavrič, Superior General, con motivo de la celebración del cuarto centenario de la fundación de la Congregación de la Misión, nos animan a reflexionar sobre nuestra misión cuando iniciamos nuestro quinto siglo de vida.

El inicio de nuestro quinto siglo coincide con el Año Santo 2025; con el lema “peregrinos de esperanza”, el Jubileo nos recuerda que la esperanza cristiana se fundamenta en la fe y se expresa en el ejercicio de la caridad, impulsándonos hacia una Iglesia más universal y con un mayor compromiso evangelizador. Pues este Año Jubilar, que quiere alimentar nuestra esperanza, nos recuerda que cada nuevo paso en la vida de la Iglesia es un regreso a la fuente, una experiencia renovada del encuentro con el Resucitado[2].

En esta comunicación quisiera subrayar cinco aspectos de nuestra Misión hoy en la Iglesia, desde el convencimiento, expresado en las palabras del Papa Francisco, de que el carisma de san Vicente de Paúl sigue enriqueciendo a la Iglesia a través de los variados apostolados y buenas obras de toda la Familia Vicenciana.

 

PERSEVERAR EN LA PRÁCTICA DE JESÚS

En la sinagoga de Nazaret[3] y a partir de los textos del profeta Isaías (El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido; me ha enviado para dar la buena noticia a los pobres…), define Jesús su misión dando a las palabras del profeta un valor programático al inicio de su ministerio público. Vicente de Paúl encontró aquí el lema de su propia vida y de la Congregación, llamada a prolongar la existencia y misión de Jesucristo cuando estuvo en la tierra: evangelizar a los pobres: obrar y enseñar, como Jesucristo, las palabras y obras predichas por los profetas[4].

Como pórtico de las Reglas Comunes, entregadas por san Vicente de Paúl a los misioneros en 1658, encontramos un grabado que muestra el sentido de la misión de Jesucristo, que es también la nuestra.

Sicut misit me Pater, et ego mitto vos: Como el Padre me ha enviado, así os envío yo (Juan, 20, 21). El resplandor que procede del Padre nos ayuda a comprender la misión del Hijo, que es la figura más importante (y también la mayor del grabado). El Espíritu Santo, representado por la paloma, permanece sobre Jesús. Las manos de Jesús nos muestran la doble dirección de la Misión: hacia el cielo, porque el evangelizador anuncia la Buena Noticia que viene de Dios, su Reino; y hacia sus hermanos, en horizontal, porque la salvación y el Reino de Dios alcanza a todos.

Las dos pequeñas escenas situadas en el fondo superior muestran las dos dimensiones de la salvación: a la izquierda, la proclamación de la Palabra de Dios; a la derecha, la curación de los enfermos: servir corporal y espiritualmente a los pobres, en expresión de san Vicente[5]. Estas son las obras de Jesucristo, y son también las obras de sus discípulos.

Los discípulos, situados en torno a Jesús, acogen la Misión que les confía. Los miembros de la Congregación, discípulos misioneros[6], continúan la Misión de Jesús: Como el Padre me ha enviado, así os envío yo.

La inscripción final: circuibant per castella evangelizantes: Iban de aldea en aldea anunciando la Buena Nueva (Lucas 9,6), nos ayuda a situar la misión de la Congregación como prolongación en el tiempo de la Misión de Jesucristo y de la comunidad apostólica.

Cada capítulo de las Reglas Comunes establece una relación de continuidad entre la Misión de Jesucristo y la de los miembros de la Congregación de la Misión. San Vicente de Paúl propone que adquiramos las virtudes y practiquemos las enseñanzas evangélicas que Jesucristo practicó y enseñó, que ha intentado “extraerlas todas del espíritu de Jesucristo y derivarlas de las acciones de su vida…, considerando que quienes han sido llamados a continuar la misión del mismo Salvador, que consiste principalmente en evangelizar a los pobres, deben entrar en sus sentimientos y enseñanzas, llenarse de su mismo espíritu y caminar sobre sus mismos pasos[7].

En mis primeros años de ministerio como profesor, al preparar la asignatura de Introducción a la teología, encontré una expresión que me ha ayudado después a identificar y nombrar la genial intuición de san Vicente de Paúl en las Reglas Comunes: la práctica de Jesús[8].

Permítanme afirmar que la Misión de la Congregación al inicio de su quinto siglo de existencia no puede ser otra que perseverar en la práctica de Jesús: prolongar, continuar, extender, dilatar, llevar adelante la práctica de Jesús, permanecer en la práctica de Jesús. Perseverar en la práctica de Jesús expresa y actualiza la intuición de san Vicente: quienes hemos sido llamados a continuar la misión del mismo Salvador, que consiste principalmente en evangelizar a los pobres, debemos entrar en sus sentimientos y enseñanzas, llenarnos de su mismo espíritu y caminar sobre sus mismos pasos.

Los apóstoles, que vivían en comunidad con Jesús y recorrían los pueblos anunciando la Buena Nueva del Reino y curando a quienes estaban aquejados de cualquier mal[9], fueron iniciándose en la práctica de Jesús de forma connatural: estaban con él, le seguían, hacían lo que él les indicaba. Después de los acontecimientos pascuales, cuando el evangelizador Jesús pasa a ser el contenido central de la predicación porque es el Maestro y el Señor, el Hijo de Dios que tenía que venir al mundo, en quien alcanzan todos los pueblos la salvación ofrecida por Dios[10], quienes acogen la Buena Nueva inician un proceso bien descrito en los Hechos de los Apóstoles: convertirse, creer que Jesucristo es el Señor, bautizarse, entrar a formar parte de la comunidad y vivir al estilo de Jesús.

P. Corpus Juan Delgado Rubio, cm

 

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[1] Francisco. Carta al P. Tomaž Mavrič Superior General de la Congregación de la Misión. 11 de diciembre de 2024.

[2] Francisco. Por una Iglesia sinodal: comunión, participación y misión, XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, Roma, 24 de noviembre de 2024, 1.

[3] Lucas. 4, 16-21; cf. Isaías 61, 1-2 y 58, 6. Me sirvo de mi estudio Dimensión social del jubileo. Cáritas, Pamplona 2000. Cf. también: A. Vanhoye. L’anno giubilare nel vangelo di Luca: TERTIUM MILLENNIUM (1997), 22-25. Cf. también: C.M. Martini. El evangelizador en San Lucas. Ediciones Paulinas, Bogotá 1985. A. George. El evangelio según san Lucas. Verbo Divino, Estella 1976.

[4] SVes XI 391.

[5] Cf SVes IX 73.

[6] Francisco. Evangelii Gaudium, 24, passim.

[7] Reglas Comunes, introducción.

[8] H. Echegaray. La práctica de Jesús. Lima, 1986.

[9] Hechos 10, 38.

[10] Cf. Hechos 4, 13-14.

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