“No soy de aquí ni de allá… sino de donde Dios quiera que este” – San Vicente de Paul

«No soy ni de aquí ni de allá, sino de donde Dios quiere que esté»: esta es la fe que guía a todo verdadero misionero. Desde las riberas de Cochabamba hasta las comunidades fluviales del Beni, la misión se hace presencia viva entre los pueblos, participando en su vida cotidiana y descubriendo, en la diversidad, el rostro sorprendente de Dios. Ser enviados es redescubrir cada día la gracia de pertenecer únicamente a la voluntad divina.

Soy Jorge Manrique Castro, C.M., de nacionalidad boliviana, que formo parte del equipo de la Misión Internacional en Bolivia, pertenezco a la provincia de Chile. Me ordené el año 1997, ya cumplí las bodas de Plata de mi ministerio sacerdotal y misionero.

Me permito citar a nuestro fundador en su frase de no ser de aquí o de allá, sino donde Dios quiera que esté en mi labor misionera, luego de un periodo de 10 años en la misión de Cochabamba, Bolivia, donde la labor de acompañar, animar  a los feligreses de la parroquia y desde luego a cada una de las ramas de la familia vicentina, lo cual me permitió ver la riqueza que se tiene como familia vicentina y también la necesidad de hacer presencia en cada uno de los momentos que se fueron dando a razón de mi trabajo en la parroquia, esto fue en el trascurso de los años 2011 a 2020.

A partir del año 2021 y luego de ese momento que nos tocó vivir como humidad, el tiempo de la Covid, y viendo las necesidades propias de cada lugar, pedí estar y ser parte de la comunidad misionera en Trinidad, el Beni, en el TIPNIS: Territorio Indígena Parque Nacional Isiboro Secure, donde la presencia de los misioneros está dedicada un gran territorio, que se comprende en más menos unas 32 comunidades, que se encuentran dispersas por todo este territorio. Es así que llego a integrarme en el equipo misionero en el año 2021, siendo todo un desafío, pues dejar el apacible clima de la ciudad de Cochabamba, con 14 grados en su mínima y 29 grados en su máxima, para llegar a sentir los 35 o 40 grados de calor y mucha humedad, propios del departamento del Beni.

Experiencia que acompaño con ir enriqueciéndome con lo propio del lugar y de cada una de las comunidades de los ríos. Éstas, pues, se dividen en tres, río Isiboro, río Secure, río Ichoa. En cada uno de ellos hay presencia de nuestra Iglesia, la cual ha sido acompañada por las comunidades de los Jesuitas y Franciscanos, tocándonos a nosotros, los vicentino, la ardua tarea de continuidad en el crecimiento de su fe, que está muy enraizada en su cultura. De hecho, en mí se dio la ruptura de lo propio de occidente, en cuanto a algunas de las celebraciones propias de nuestra Iglesia, en el plano litúrgico, causando un sentido más pleno y vivencial del porqué aquello se debería hacer como signo de la gracia del resucitado, al hacerse presente para ellos en la acción de preparar cada uno de los momentos propios de las celebraciones de cada uno de los tiempos litúrgicos y también en los sacramentos, gran riqueza acompañada de sus tradiciones.

La urgencia de estar entre ellos es para seguir fortaleciendo su sentido de fe, de esperanza y caridad que se van dando de lo más hondo de su sentir en Dios, como Padre creador de todo lo que les rodea, esto también implica el sentido de poder tener la grata y buena convivencia con ellos en sus festejos, de sus santos patronos de comunidad, a los cuales les hacen participes de su sentido de comunidad que vive su ser Cristianos, en cada uno de los sacramentos que piden y desean recibir en favor de sus hijos y ellos mismos, al contraer matrimonio, sin dejar pasar la oportunidad de las bendiciones de sus propiedades, como casas o herramientas de trabajo, que en ellos hacen presente a sus fieles compañeros de trabajo en la tarea de ir con el ganado, como son los perros y sus caballos. Ellos suman todo a que Dios siempre los acompañe… y también sus compañeras en su labor de hogar y educar a sus hijos, eso sin desmerecer el hecho que hacen muchas labores de oficio de pesca o caza, siendo una contribución al sustento de sus hogares. La riqueza es diversa, como los frutos naturales que la misma tierra les proporciona, en cítricos naranjas, toronjas o pomelos, limón al igual que caña, yuca, plátano y desde luego el chocolate. Tierra bendita como ellos la llaman y la cuidan, es ahí donde la labor misionera se hace presente junto a ellos, en suplica y gratitud a Dios por todo lo recibido y lo que es necesario para su sustento.

Descubrir su espíritu de buena convivencia, al ser recibido como uno más de ellos en las comunidades. Experimentar los diferentes peligros y riesgos que conlleva navegar por las aguas de los ríos, o la incomodidad persistente de los mosquitos, pero a pesar de ello, siempre habrá de ser mayor el gusto del encuentro, tanto en lo festivo de cada acontecimiento litúrgico, como en el fraterno encuentro con cada uno de ellos, desde los más ancianos llenos de experiencia de vida y acompañados de sus esposas, sin desmerecer la actitud de alegría y gozo de los niños y jóvenes, también de aquellos que son ya parte de las nuevas generaciones de padres, todos y cada uno de ellos orgullosos de su rol en la comunidad. Es por eso que, como misionero, me ha tocada muy de cerca el saber inculturarme en lo que ellos proponen como lo propio y que ya está acompañado por la Iglesia por un largo tiempo, de ahí que, el ser misionero por estas tierras, es una riqueza que Dios me ha permitido sentir y vivir.

De las nuevas experiencias están, el hecho de aprender a manejar lancha o deslizador con motor fuera de borda, o también, lo que es muy común entre ellos, su medio de trasporte, el peque-peque, pequeños motores que se usan para los viajes por los ríos, de igual manera el ir conociendo un poco más de la mecánica de este tipo de motores, y el cuidado al navegar por las aguas de los ríos, ya que siempre se puede llevar una sorpresa al chochar con un tronco que no se ve por el color del agua o la escasez de agua en los ríos, que dan origen a las llamadas panduras, donde el quedar encallado conlleva el bajar de la embarcación y ponerse a empujar para sacarla de ese lugar… 

Agradecido en Dios de esta experiencia y cada momento que me permite vivirlo.

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