La Exhortación pone en el centro el amor a los pobres como signo constitutivo de la fe: «no se puede separar la fe del amor a los pobres». En este contexto, el magisterio de León XIV recuerda figuras históricas que encarnaron concretamente este profundo vínculo entre la caridad y el Evangelio.
En particular, en el párrafo 51 —y en otros pasajes—, la Exhortación celebra el papel de las mujeres consagradas que, con ternura maternal, se han convertido en instrumentos de curación, escucha y presencia en los lugares de sufrimiento: hospitales, residencias de ancianos, hogares de ancianos. En este horizonte surge la referencia a las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl y el recuerdo de Santa Luisa de Marillac. El texto reconoce que ellas han construido oasis de dignidad, han enseñado higiene, han asistido en los partos, han administrado medicamentos con fe y sabiduría, acogiendo la pobreza como camino de encuentro con Cristo. (Sobre esto: «El toque de la compasión fue la primera medicina»).
Cuando el documento recuerda sus obras como expresión concreta de la opción preferencial por los pobres, no se limita a elogiarlas: las inserta en el diseño eclesial actual, como ejemplos vivos de cómo la Iglesia puede (y debe) seguir haciendo de la caridad operativa un sacramento de la proximidad divina.
Así, san Vicente y santa Luisa no son figuras nostálgicas del pasado, sino compañeros espirituales que iluminan hoy la acción de la Iglesia hacia los pobres. Ellos encarnaron —cada uno con su propio carisma— la visión que Dilexi te invita a realizar: no una caridad residual, sino una caridad que diferencia, estructura y transforma.
Vivimos en una época en la que el grito de los pobres se ve a menudo sofocado por el escándalo de la desigualdad. Pero Dilexi te nos recuerda (y nos desafía) que Cristo sigue hablando en los rostros que sufren. Si la familia vicenciana retoma con renovada audacia el carisma de San Vicente y Santa Luisa, podrá dar testimonio de que la Iglesia no olvida, no se resigna, no delega en otros la tarea de la misericordia viva.