El Papa León XIV publica su primera Exhortación Apostólica, “Dilexi te”, en la que nos llama a vivir el amor a los pobres como corazón del Evangelio

El 9 de octubre, el Papa León ha publicado la primera Exhortación Apostólica. Siguiendo la línea de su predecesor, el Papa Francisco, nos habla sobre el amor hacia los pobres y nos recuerda que cuidar de ellos no es opcional, sino que constituye el corazón del Evangelio: Dilexi te, “Te he amado” (Ap 3,9).

El Santo Padre nos invita a una cercanía concreta y organizada con los más necesitados, en espíritu vicenciano, promoviendo la evangelización, la formación y la atención integral de los pobres, tal como enseñó San Vicente de Paúl.

Algunos puntos clave sobre «Dilexi te»:

La tradición de la Iglesia

El Santo Padre subraya que el cuidado a los pobres siempre ha sido un faro en la tradición eclesial, recordando como “Jesús mismo, al iniciar su misión pública, proclamó: «El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha consagrado por la unción. Él me envió a llevar la Buena Noticia a los pobres, a anunciar la liberación a los cautivos» (Lc 4,18). Los primeros cristianos, incluso en condiciones precarias, rezaban y asistían a los hermanos y hermanas encarcelados, como atestiguan los Hechos de los Apóstoles (cf. 12,5; 24,23) y diversos escritos de los Padres” (DT, n. 59).

Es un enfoque que coincide plenamente con el espíritu vicenciano, cuyo lema “Evangelizare pauperibus misit me” refleja la misión de evangelizar y servir a los más necesitados.

El Buen Samaritano como modelo de amor cristiano

Guiándose por la parábola del Buen Samaritano, invita a los cristianos a detenerse ante el sufrimiento ajeno, reconociendo en cada persona la dignidad de hermano o hermana en Cristo (par. 105-106). Lejos de la indiferencia de la sociedad actual, el Evangelio exige compasión activa y compromiso cotidiano: “Ve, y procede tú de la misma manera” (Lc 10,37) (par. 107), principio que San Vicente de Paúl encarnó al organizar ayuda concreta y formación espiritual para los pobres.

La historia de la Iglesia y la enseñanza de la pobreza

León XIV recuerda a San Gregorio Magno,quien enseñaba que los pobres se presentan ante nosotros como una llamada a la humildad y a la justicia.
Asimismo, advierte que la riqueza puede volvernos ciegos y hacernos creer que podemos prescindir de los demás, mientras que los pobres, “maestros silenciosos”, nos devuelven a la humildad y, en su testimonio, llegan incluso a evangelizarnos (par. 109).

Este acento en la capacidad evangelizadora de los pobres enlaza de manera profunda con el carisma vicenciano: para San Vicente de Paúl, los pobres no eran solo personas necesitadas de ayuda, sino también maestros de fe y de vida cristiana.

Opción preferencial por los pobres

El Santo Padre recuerda que la opción preferencial por los pobres no es un concepto reciente, sino una constante de la tradición eclesial
(par. 110). Los pobres son la “carne de Cristo” y, por ello, el corazón de la Iglesia está intrínsecamente solidario con quienes son pobres, excluidos y marginados, considerados a menudo como un “descarte” de la sociedad.
Desde la fe en Cristo, hecho pobre y siempre cercano a los necesitados, brota la preocupación por el desarrollo integral de los más abandonados (par. 111, 123).

Limosna y obras de caridad

El Papa subraya la importancia de la limosna como gesto de cercanía y encuentro con los necesitados: “Es bueno dedicar una última palabra a la limosna, que hoy no goza de buena fama, a menudo incluso entre los creyentes” (par. 115). Esta acción, lejos de sustituir la justicia social o la responsabilidad del Estado, permite tocar la carne sufriente de Cristo y cultivar la piedad activa (par. 117-119).

De manera complementaria, la exhortación recuerda cómo muchas mujeres consagradas, siguiendo el ejemplo de San Vicente de Paúl, desempeñaron un papel fundamental en la atención sanitaria de los pobres. Las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl,junto con las Hermanas Hospitalarias, las Pequeñas Siervas de la Divina Providencia y otras congregaciones femeninas, se convirtieron en una presencia maternal y discreta en hospitales, asilos y residencias de ancianos llevando medicinas, escucha, presencia y ternura. Construyeron estructuras sanitarias en zonas sin asistencia médica, enseñaron higiene, atendieron partos y medicaron con sabiduría natural y fe profunda (par. 51).

Nuevos rostros de la pobreza

La exhortación también aborda nuevas formas de pobreza: material, social, moral, espiritual y cultural (par. 9-10, 13). Se resalta la necesidad de educación, acompañamiento a migrantes y refugiados, y cuidado de enfermos, subrayando que cada ser humano es hijo de Dios y que la Iglesia actúa como madre que acoge, protege, promueve e integra. (par. 51, 72, 75).

El amor cristiano como fuerza transformadora

Finalmente, León XIV concluye que el amor cristiano es ilimitado y profético,capaz de derribar barreras, reconciliar enemigos y acercar a los distantes (par. 120). La primera exhortación apostólica del Papa León XIV nos recuerda que la verdadera fe se mide en actos de caridad y cercanía con los más necesitados.. En esa línea, el ejemplo de San Vicente de Paúl y su Congregación sirve como faro para la Iglesia de hoy:
no basta con ideas o doctrinas, sino que se requiere compromiso diario, generoso y efectivo hacia aquellos que constituyen la carne de Cristo en nuestro mundo.

Papa Leon Dilexi

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