
En el segundo domingo de Adviento, nos acercamos al corazón del mensaje de preparación y espera que caracteriza este tiempo litúrgico. El Evangelio de Marcos 1,1-8 nos presenta la figura de Juan Bautista, el precursor, que nos invita a «preparar el camino» al Señor. Esta llamada bíblica no es sólo una metáfora espiritual, sino también una invitación concreta a trabajar por la paz en nuestras familias y comunidades, haciendo así posible un encuentro más auténtico con Cristo.
Preparar el camino al Señor implica un trabajo interior y exterior. Internamente, es un proceso de purificación y reconciliación personal. Externamente, se manifiesta en nuestro compromiso por la paz y la armonía en las relaciones familiares y comunitarias. En un mundo marcado a menudo por el conflicto y la incomprensión, la llamada a ser artífices de paz se hace esencial para abrir nuestros corazones al encuentro con el Salvador.
Juan el Bautista, en el Evangelio de Marcos, nos muestra cómo la preparación para la llegada de Jesús está intrínsecamente ligada a la conversión y al cambio de vida. Su mensaje de bautismo de penitencia para el perdón de los pecados es una clara invitación a revisar y reformar nuestra manera de vivir y de relacionarnos con los demás. Este proceso de conversión es fundamental para «enderezar los caminos», como predica el propio Juan.
La familia y la comunidad son los primeros lugares donde podemos ejercer este compromiso por la paz. Crear un ambiente de amor, comprensión y perdón en la familia es un paso fundamental para acoger a Cristo en nuestras vidas. Del mismo modo, promover la paz y la unidad en nuestra comunidad local nos permite vivir el Evangelio con mayor autenticidad y ser testigos de la presencia de Cristo en el mundo.
El segundo domingo de Adviento nos invita, pues, a un doble camino: un camino interior de conversión y un camino exterior de construcción de la paz. Preparar el camino al Señor significa comprometerse en este doble viaje, haciendo posible un encuentro auténtico y transformador con Jesús. En este tiempo de Adviento, estamos llamados a reflexionar sobre cómo podemos ser instrumentos de paz y concordia, abriendo así las puertas de nuestro corazón al encuentro con el Príncipe de la Paz.
Girolamo Grammatico
Oficina de Comunicación