En la actualidad, no se puede negar que nuestro mundo está marcado por la era digital, un fenómeno muy complejo. Su profundo impacto, tanto positivo como negativo, en nuestras vidas diarias ha sido confirmado por varios estudios. Las tecnologías digitales están jugando un papel importante en la mejora de nuestra capacidad de comunicarnos instantáneamente con personas en todo el mundo. Si antes el acceso a la información era difícil, hoy en día, con las tecnologías tenemos acceso a una cantidad casi ilimitada de información y recursos en línea. El dominio de la tecnología es tal que ha permitido crear nuevas oportunidades de empleo y transformar el mundo de la industria. Además, varios sectores como la salud, la educación y la agricultura se han beneficiado enormemente de las tecnologías digitales[1].
Si bien los beneficios de la era digital son enormes, no faltan voces que advierten sobre sus riesgos. De acuerdo con las Naciones Unidas (2020), las tecnologías pueden amenazar la privacidad, comprometer la seguridad y alimentar la desigualdad[2]. Su uso excesivo puede llevar al aislamiento social y a la disminución de interacciones cara a cara[3]. Hay estudios que destacan el crecimiento de la adicción a las redes sociales y a los dispositivos, sobre todo entre los adolescentes. Ya es una realidad que el mundo digital es una parte significativa de la identidad y del estilo de vida de los jóvenes[4] y de muchos adultos. Ante los avances de la tecnología, muchos, incluso cristianos, solicitan inspiración y guía, porque las nuevas tecnologías, que son una de las expresiones de la cultura digital, han ejercido un profundo impacto en nuestras comunidades de fe y en nuestras trayectorias espirituales personales[5].
El desarrollo de la inteligencia artificial está influyendo cada vez más en nuestra experiencia de la realidad. De hecho, en la actualidad, estamos asistiendo al desarrollo de máquinas que trabajan y toman decisiones por nosotros, que pueden aprender y predecir nuestros comportamientos, que responden a nuestras preguntas y aprenden de nuestras respuestas, o que usan la ironía y hablan con la voz y las expresiones de quienes ya no están entre nosotros; de sensores que, colocados en la piel, pueden medir nuestras emociones[6]. En efecto, ante la evolución constante de la era digital, ¿qué utilidad tienen las enseñanzas de San Vicente de Paúl y cómo podríamos aplicarlas?
A pesar del desarrollo de las nuevas tecnologías, las enseñanzas de San Vicente de Paúl no han perdido su actualidad. Después de 400 años de existencia, estas enseñanzas siguen hablando del amor, de la providencia divina, de la caridad, del servicio, de la fraternidad, del don de sí, de la misión y del evangelio de la vida. Son temas que resisten a la evolución del tiempo, temas que no han perdido su significado en la era digital. Por cierto, las enseñanzas de San Vicente son compatibles con la era digital. En realidad, las dos se necesitan mutuamente. Las enseñanzas de San Vicente pueden aprovechar las tecnologías para amplificar su impacto y adaptarse a las necesidades contemporáneas. Para la movilización de recursos para el servicio de los pobres, los vicentinos en esta era digital pueden utilizar plataformas de crowdfunding para recaudar fondos para proyectos de caridad.
Además, se pueden crear aplicaciones que conecten a voluntarios con oportunidades de servicio, facilitando la participación de más personas en actividades caritativas. Asimismo, se pueden ofrecer cursos y seminarios web sobre la vida y enseñanzas de San Vicente para formar a personas en valores de servicio y compasión. Para optimizar la distribución de recursos y mejorar la caridad, se puede emplear la inteligencia artificial. Las redes sociales se están convirtiendo en un aliado seguro para seguir difundiendo el espíritu de servicio de San Vicente y promoviendo iniciativas de caridad, creando conciencia. Hoy más que nunca, las enseñanzas de San Vicente necesitan ser adaptadas y potenciadas en la era digital.
En la era digital, se pueden aplicar las enseñanzas de San Vicente para humanizar más las nuevas tecnologías. Es decir, poner a las personas en el centro del desarrollo tecnológico, asegurando que estas tecnologías mejoren la calidad de vida y promuevan el bienestar general.
Las tecnologías pueden mantener vivo el legado de San Vicente de Paúl, adaptándolo a las necesidades y oportunidades del siglo XXI, permitiendo que su espíritu de caridad y servicio continúe inspirando y transformando vidas. Centradas en la caridad y la compasión, las enseñanzas de San Vicente pueden ayudarnos a reconsiderar nuestra presencia en la era digital. Además, pueden ofrecer criterios a la era digital para no caer en la vanagloria, ya que la vanagloria puede arruinar las bondades de la era digital.
Por Jean Rolex, CM
[1] ONU (2020). Influencia de las tecnologías digitales. Recuperado de https://www.un.org/es/un75/impact-digital-technologies.
[2] Ibid.,
[3] Rubio, M. (2024). La era digital: impactos y consecuencias en nuestra sociedad https://quimica.diaonia.com/la-era-digital-impactos-y-consecuencias-en-nuestra-sociedad/
[4] Documento Final (2018). Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional. Recuperado de http://secretariat.synod.va/.
[5] Dicasterio Para la Comunicación (2023). Hacia una plena presencia. Reflexión pastoral sobre la interacción en las Redes Sociales. Recuperado de https://www.vatican.va/.
[6] Ibid.