Recientemente, nuestra Iglesia Católica, Madre y Maestra, ofreció a sus hijos un nuevo Tiempo de Adviento para mirar hacia Dios y a los hermanos. Ciertamente, esta invitación implica mantener una conexión íntima y constante con Dios a través de la oración, la reflexión y la participación en los sacramentos. Es, además, servicio a los demás, actuando con amor y compasión en todas las interacciones, viendo a cada persona como un reflejo de Cristo pobre y tratándola con dignidad y respeto. Es abogar por la justicia social y la equidad, luchando contra las desigualdades y promoviendo un mundo más justo y humano, viviendo los valores cristianos.
Como católicos, los vicentinos también estamos llamados en este nuevo Tiempo de Adviento a mirar hacia Dios y a los hermanos, reafirmando nuestro compromiso con los nuevos valores vicentinos. No podemos negar que en la tradición vicentina existen unos valores fundamentales inspirados por la vida y enseñanzas de San Vicente de Paúl, sacerdote francés que dedicó su vida entera al servicio de los preferidos de Dios: los pobres. Estos valores son:
Estos valores mencionados anteriormente han perdurado en el tiempo y en el espacio, guiando así a muchas personas y organizaciones en el servicio a los más pequeños. Ellos, a lo largo de muchos años, han formado la base de la misión vicentina y han motivado a sus seguidores a actuar con compasión, justicia y amor en todas sus iniciativas.
Sin embargo, aunque estos valores siguen siendo útiles, hoy surgen nuevos valores inspirados en el carisma vicentino y adaptados a los desafíos y necesidades de nuestro tiempo. Son valores para considerar, sobre todo en este Tiempo de Adviento. Presentamos a continuación estos nuevos valores.
El primer valor inspirado en el espíritu de San Vicente para considerar es la sostenibilidad. Es un tema muy querido y estudiado por nuestro Papa Francisco en su encíclica “Laudato Si” sobre el cuidado de nuestra casa común, el medio ambiente. Hoy en día, el compromiso con el cuidado del medio ambiente y la promoción de prácticas sostenibles que aseguren un planeta habitable para las generaciones futuras es una necesidad. En este sentido, los vicentinos, guiados por el espíritu de San Vicente de Paúl, estamos llamados a hacer uso responsable de los recursos y defender la ecología. Cualquier gesto, por más pequeño que sea, a favor de la salud del medio ambiente puede marcar la diferencia. Por cierto, un vicentino siempre está llamado a marcar la diferencia.
El segundo valor sería la innovación social. San Vicente de Paúl siempre se ha preocupado por buscar soluciones duraderas a los problemas sociales de su tiempo. Su vida se ha distinguido por el espíritu de invención y de creatividad (Cf. V, 185; Cf. I, 550). Solía repetir que “el amor es inventivo”. Por esta razón, exhortaba a sus misioneros a fomentar la creatividad en la búsqueda de soluciones a los problemas sociales de su tiempo. En la actualidad, los problemas sociales han aumentado. Ante tal situación, los vicentinos pueden hacer algo. Esto podría implicar el uso de nuevas tecnologías y enfoques para abordar la pobreza, la desigualdad y la exclusión social.
El tercer valor podría ser la inclusividad. Este valor ha estado presente en la vida de San Vicente de Paúl. Su lucha constante contra la pobreza y su dedicación a la inclusión social fueron reconocidas en su tiempo. Hoy más que nunca, los vicentinos están llamados a promover la inclusión y el respeto por la diversidad en todas sus formas, asegurando que todas las personas, independientemente de su origen, género o creencias, sean tratadas con dignidad y respeto.
Otros valores para considerar podrían ser:
En este nuevo Tiempo de Adviento que ya hemos iniciado, como vicentinos, estos valores pueden servirnos como guía para nuestras acciones y decisiones hoy. Los valores vicentinos siguen siendo relevantes y efectivos en nuestro tiempo. Aplicar estos valores ayudaría a crear un mundo más humano y sano, donde la solidaridad, la compasión, la fraternidad y la justicia social sean primordiales.
Por Jean Rolex, Cm